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Al igual que le sucediera a su homólogo de los Boston Celtics, Terry Rozier, tal y como explicábamos en el blog hace unos meses (noticia aquí) y a su homólogo de los Toronto Raptors, Kawhi Leonard, más recientemente ante un asunto de apropiación marcaria (podéis ver la noticia aquí). La estrella de la liga de baloncesto norteamericana (NBA), Stephen Curry, ha sido demandado ante la Corte del Distrito de California, por una supuesta infracción marcaria.

 

¿Qué ha sucedido?

 

A pesar de los estratosféricos salarios de los atletas de la NBA y de poseer contratos de publicidad millonarios, la gran mayoría de jugadores de la NBA, ante la cruda realidad de que no podrán seguir practicando su pasión a nivel profesional pasados los cuarenta, la gran mayoría de los jugadores deciden invertir en una serie de negocios que les permita seguir viviendo con el mismo tren de vida.

Stephen Curry no es una excepción a esta regla, ya que decidió invertir en otra de sus grandes pasiones, el golf. A través de un convenio de colaboración de una de sus empresas (Unanimous Media) con Eureka Productions, el jugador de los Golden State Warriors decidió apostar por la creación de un concurso de televisión llamado “HOLEY MOLEY”.

En cada unos de los diez episodios en los que consistiría la primera temporada de este concurso, doce concursantes compiten por obtener los mejores tiempos en una especie de circuito de minigolf, masivo (ya que la novedad reside en que se trata de un circuito enorme con grandes agujeros). Cada episodio contará con la participación de una estrella famosa y el ganador obtendrá un premio de 25.000 dólares y el pase a las finales.

Para proteger registralmente dicho término, Eureka Productions solicitó ante la Oficina de Estados Unidos la marca “HOLEY MOLEY” (núm. solicitud 88.130.851) para servicios de entretenimiento, principalmente, un concurso televisivo con obstáculos y desafíos de minigolf, en septiembre de 2.018.

Es en este momento cuando surge la controversia, ya que Funlab, compañía australiana de entretenimiento, era titular de una marca estadounidense anterior “HOLEY MOLEY” (núm. de registro 5.614.098) para, casualmente, servicios de entretenimiento relacionados con el golf y el minigolf, de septiembre de 2.017.

En primer lugar, Funlab se opuso ante la Oficina a que se registrase dicha marca, y si bien se encuentra actualmente en trámites de oposición, la USPTO ya ha indicado el pasado 14 de enero, que la marca será seguramente rechazada en aplicación del riesgo de confusión.

No obstante, a pesar de los escollos para registrar la marca, Eureka anunció a través de su página web que iban a lanzar la serie de televisión “HOLEY MOLEY” para el 20 de junio, llevando a cabo una serie de actos promocionales a través de las redes sociales.

Por ello y porque según la defensa de Funlab, la compañía australiana planeaba dar el salto al mercado estadounidense, el pasado 13 de junio, Funlab interpuso una demanda de infracción de marca frente a Eureka y Unanimous.

La parte actora insiste en que ha habido varios intentos de llegar a un acuerdo con Curry y sus socios, pero que siempre han rechazado tomar medidas para evitar el daño a la distintividad de Funlab en el momento en el que saliese a escena el concurso de minigolf.

A su vez, en palabras de los abogados de Funlab, resulta lógico que “HOLEY MOLEY” y “HOLEY MOLEY” son términos idénticos, destinados a servicios idénticos, por lo que la doble identidad generaría inevitablemente un riesgo de confusión entre los consumidores.

Aún no contamos con la contestación de Eureka y Unanimous, pero a nuestro entender, será muy difícil que la Corte de California vaya a permitir la coexistencia de estas dos marcas, dada la doble identidad.

Es curioso ver cómo, Stephen Curry, que firmó un contrato con su actual equipo en 2.017 de 201 millones de dólares, en el momento de plantear la estrategia, no contase con un informe de búsqueda de anterioridades que le hubiera permitido conocer la existencia de marcas “HOLY MOLY” para espectáculos de golf y haberse evitado así un dolor de cabeza innecesario.

 

Alejandro García Martínez

 

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